Ya han llegado los días más fashion a Madrid, y es que ha arrancado la Mercedes Benz Fashion Week Madrid 2015, donde Navas Joyeros como firma que apoya la moda española no se ha perdido detalle de las jornadas de desfiles.
Uno de nuestros favoritos ha sido el de un diseñador de larga trayectoria en las pasarelas, Juan Duyos.
Diseñador además en exclusiva para la firma de joyería online de una increíble colección de joyas nutrida de preciosos anillos de compromiso, pendientes de diamantes y colgantes en forma de cruz que harán las delicias de cualquier mujer amante de la moda y la joyería.
Lo primero de lo que habla Juan Duyos en el backstage no es de inspiración, ni de colores, ni siquiera de patronajes. Lo primero que cuenta es que Obumu –que es como se llama su propuesta para la próxima primavera-verano 2016- significa solidaridad en la lengua de los poblados de Kasenda y Kimya, en Uganda, una de las zonas más bonitas y también más desfavorecidas del país. El diseñador lleva varios meses colaborando con Kelele África, una pequeña ONG que se dedica a ayudar a los niños de esa zona, así que el objetivo fundamental de su colección no es otro que solidarizar y sensibilizar.
La música del show, al que ha acudido la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha corrido a cargo de un coro de 60 niños que han puesto banda sonora a una colección llena de pureza y de contrastes. El blanco es uno de los colores clave de la colección y se usa en tejidos como el lino, el georgette de seda y el guipur de algodón. Y no tiene término medio: o sea usa como una ligerísima capa que vuela al caminar o se borda profusamente con aplicaciones de cuero y perlas, buscando crear un diálogo entre ambas texturas.
Y en medio de uno y otro blanco, una sobredosis de color se repartía entre una serie de vestidos fluidos monocromáticos y varios looks de lentejuelas blancas pintadas casi como si de un lienzo se trataran y que daban a las prendas un aire pictórico muy interesante.
En el fondo de todos los looks, de los blancos y de aquellos que abrazaban el color, podía leerse la factural artesanal y la importancia del trabajo de costura, hecho con dedicación y con mimo. Como todas las cosas que merecen la pena.
Otro de los desfiles que nos han enamorado locamente y que queremos destacar ha sido el de Hannibal Laguna, y es que nadie como el domina el romanticismo, eso es así. Ver uno de sus desfiles significa teletransportarte a los años cincuenta y sesenta, cuando las modelos no desfilaban, sino que “modelaban” y jugaban con capas, vestidos, gasas y todos los elementos puestos a su disposición.
Esta colección ha sido una de esas que tienen el sabor de lo antiguo, de épocas pasadas, de mujeres que acudían a los ateliers para escoger sus vestidos de noche, mientras una modelo caminaba a su alrededor mostrando algunas de las más bellas creaciones de la casa.
Como siempre, el desfile ha comenzado con música clásica de corte épico, como la que anuncia que una estrella está a punto de aparecer; y lo cierto es que al ver esos vestidos con capa incluida que mezclaban sutilmente seda y partes de encaje, esos tops de pedrería estilo ‘torera’, esos tonos púrpura, rojo sangre, en cierto modo pensamos en Lauren Bacall, Jane Mansfield o incluso la propia Grace Kelly; porque desde luego todas y cada una de ellas hubiera adorado las creaciones de Hannibal.
Ha sido un desfile de contrastes o mejor dicho de binomios de estilo, porque prácticamente todos los diseños de la firma atesoraban dos tejidos -seda y encaje o seda y pedrería- y la propia disposición del show propiciaba el encuentro de colores próximos -cuando aparecía un rojo, le seguía un rosa, y después un azul y un morado-. Ahora, la parte final, tal y como ha sucedido en varios desfiles de la segunda jornada de la pasarela, ha sido protagonizada por el blanco y el negro, posiblemente las dos tonalidades estrella de la próxima primavera-verano. ¿Quién dijo que ambos colores solo estaban reservados a las bajas temperaturas? Ahora, desde luego, nadie.
Y como desenlace, nada del típico carrusel de modelos caminando como autómatas, Hannibal es de los que prefiere a todas sus chicas formando un mosaico lleno de color justo al fondo de la pasarela, y entonces él hace su entrada, escoge a su modelo favorita, la felicita, entrelazan sus manos y caminan juntos -al estilo Yves Saint Laurent en los inicios de los noventa-. Porque nadie debe olvidarse que esto no es desfilar, es “modelar”.
Dos diseñadores, dos estilos y dos genios del diseño que cada año nos deleitan con su arte.