Ya sea por un aniversario, para la pedida de mano, o para una fecha importante, cuando se busca una joya de calidad y que esta transmita un halo de romanticismo, es imposible no pensar en un anillo de diamantes. Es cierto que el anillo como pieza de joyería se ha colocado en el puesto número uno de joyas cuyo simbolismo es la pasión o el compromiso, pero ¿qué hay de los diamantes? ¿Qué sería de los anillos sin los diamantes?
Esta piedra preciosa no es el mejor amigo de la mujer solo por ser bonita, pues existen numerosos cristales y otro tipo de piedras que no han conseguido tal privilegio. Los diamantes guardan numerosos secretos, cual sabio que ha vivido muchos años y es que estas gemas se configuran como el mineral más antiguo de la tierra. Quizás sea por esta razón la causa de ese brillo especial que tanto gusta a las mujeres.
Por otro lado, no olvidemos que el diamante es uno de los materiales más fuertes del mundo, en pocas palabras, son indestructibles. Todo esto sumado a la belleza y brillo único que desprenden, se hace un tanto más comprensible que el diamante desbanque a otras piedras preciosas, ¿verdad?
Pero, ¿qué pautas hay que seguir en la elección del tipo de diamante para escoger el anillo perfecto? En Navas Joyeros conocemos la complejidad que esto conlleva, pues hay que atender a unas directrices técnicas que ni siquiera los gemólogos más expertos alcanzan a comprender, se necesitan muchos años de experiencia para llegar a comprender el maravilloso, pero complicado, universo de los diamantes.
A pesar de la complejidad de los parámetros que hay que seguir para saber identificar un diamante, Navas Joyeros se propone con esta publicación dar unas directrices amplias, siguiendo su filosofía de acercar al mayor público posible el mundo de los diamantes y haciendo este un tanto más accesible, no solo en su precio, sino también en su comprensión.
De esta forma, al observar varios modelos de diamantes sabrá diferenciarlos haciendo que su elección sea mucho más sencilla. ¿Comenzamos?
Es necesario saber antes de nada, que el valor de un diamante viene determinado por las denominadas cuatro ces, entre las que se encuentran: pureza, color, talla y quilates. La relación que cumplan entre el resultado de cada una de estas cuestiones, determinará entre otras cosas, la elección de tu diamante.
La primera C que abordaremos será el color, ya que las otras características son casi imposibles de distinguir a simple vista por una persona que no sea experta. El color de la gema se refiere a la escala de color en diamantes blancos o los colores en diamantes fantasía. Las gemas blancas pueden ser completamente incoloro, o poseer un tono amarillento, pero incluso los diamantes blancos más amarillos son mucho menos coloridos que un diamante fantasía.
Pero se preguntarán ¿cuál es el diamante más valioso; el más amarillo o el más blanco? Pues bien, lo más lujoso es que el diamante blanco carezca de color, cuanto menos tenga más valioso será. En resumidas cuentas, en el mercado del diamante lo que premia es la ausencia de color, la clasificación de estas piedras preciosas parte por tanto de los más blancos translúcidos a los menos hasta llegar a los diamantes con un tono amarillento, los cuales tendrán mucho menos valor.
En el puesto más alto podríamos situar a: los “river”, con las letras d, e y f, se denominan así por los destellos azulados que muestran con la luz adecuada; le siguen los “Top Wesselton” o G, translúcidos también pero con destellos blanquezinos; los “Wesselton” o H, simplemente son translúcidos; a estos le suceden los “Top Crystal” o I, translúcidos con destellos amarillos. Esta pequeña lista de modelos termina con los diamantes amarillentos, los de menor valor.
La escala de color que hemos descrito se denomina “escala de los cape” y desde la firma de Navas Joyeros recomendamos optar por un tipo de color H o “wesselton”, pues este modelo nos asegura la ausencia de cualquier tonalidad en el diamante. Si por el contrario, el presupuesto os permite ascender por la lista de tonalidades, la diferencia que habrá de un tipo a otro será el grado cromático, pero nosotros como clientes no podremos notarlo, pues se trata de una diferencia mínima.
Para atisbar la diferencia entre los modelos de la parte más alta de la lista cromática, es decir de los diamantes más claros, se necesitaría; el ojo de un experto diamantero, la piedra sin montar en la joya, totalmente limpia, y una lupa de x10 bajo una luz adecuada, como la luz fría.
Bajo todo esto, las dudas siguen aflorando a los más experto, incluso siguiendo todas estas exigencias, para ello necesitan los llamados “pierres echaitillon” o diamantes de referencia para hacer una comparativa y esclarecer la indecisión que puede surgir al evaluar el color exacto de un diamante determinado.
Por otro lado, la pureza también tiene una clasificación que, al igual que la gama cromática, comienza por los mejores y más valorados, denominados “If”, “Fl”, “Loupe Clean”, hasta los “Piquee”, los cuales se encuentran plagados de inclusiones en su interior.
Los tipos de inclusiones son numerosos, al igual que la razón por la que estas se dan. Estas suelen ser de carbono no cristalizado o minerales que en el momento de la cristalización se quedaron en el interior del diamante, aunque también pueden producirse por rupturas “gletz” o bolas de gas derivadas de las altas temperaturas o presiones a las que ha podido estar expuesto el diamante durante su formación en el subsuelo.
La recomendación de Navas Joyeros relacionada con la pureza del diamante se establece en el mínimo del tipo “SI small inclusions”, pudiendo desde este tope mejorar la calidad ascendiendo en la pureza de las gemas. Al igual que para examinar el color exacto del diamante se necesita el ojo clínico del profesional, así como una serie de pautas, con la clasificación de la pureza de los diamantes pasa lo mismo.
La siguiente característica que debemos tener en cuenta es la talla de la piedra, nuestra firma de joyería online considera a esta como una de las más importantes, ya que si el diamante carece de brillo no es válido para montar y crear una pieza de alta joyería. Cuando hablamos de la talla de esta piedra preciosa, no nos referimos a la forma externa del mismo, sino al grado de perfección del trabajo facetado, así como al cumplimiento de los grados, simetrías de las facetas y al pulido final de la gema.
Lo más conveniente para elegir la mejor talla del diamante, es dejarse aconsejar por los más expertos, ya que clasificar la talla no es una tarea que pueda realizar cualquiera, siendo la denominación “excellent” la máxima y de mayor valor dentro de las tres categorías posibles. En este aspecto Navas Joyeros recomienda, como mínimo, una certificación “good good” para un anillo de pedida.
Para finalizar, el tamaño del diamante es la última característica que debemos tener en cuenta, refiriéndonos al peso de la piedra, medido en quilates, y no a la medida de la misma, siendo un quilate un quinto de gramo.
Como la mayoría sobrentendemos, en este caso se hace una relación muy sencilla: a mayor tamaño, mayor valor del diamante. La recomendación de nuestra firma de joyería online es optar por medio quilate como mínimo, para un anillo de compromiso. Claro está, este consejo atiende a una clara cuestión de calidad, pero será vuestro gusto y criterio el que deberá decidir si optáis a un mayor quilataje.
En resumidas cuentas, el diamante que mejor atiende a unas mínimas pautas de calidad aglutina las siguientes características; medio quilate, color H, pureza SI y grado de talla “good good”.
Recordar que Navas Joyeros certifica todos los anillos que oferta indicando las cuatros Cs descritas anteriormente. Además, a partir de un tamaño 0,60 quilates, nuestra firma de joyería obsequia al cliente con el certificado internacional de laboratorios gemológicos independientes de máximo prestigio en el mundo del diamante, entre los que se encuentran: Gia, Hrd, Igi y Egl.
Atendiendo a estas pautas, no solo conseguirá que el momento de la pedida sea único, sino hará del anillo y de su diamante las condiciones perfectas para crear una pieza que pueda recordarse por muchos años más y que de la misma forma, pueda pasar de generación en generación, sin que el brillo desaparezca nunca.